Faraón Llorens Largo , María Jesús Castel de Haro , Francisco Mora Lizán, Carlos-José Villagrá Arnedo
Ludwing Wittgenstein, filósofo austriaco, escribióque “podría escribirse una obra filosófica buena yseria compuesta enteramente por chistes”. Si seentiende el chiste, se entenderá el argumentoimplícito en él. Podríamos trasladar estepensamiento a nuestro campo y decir que sepodría estudiar lógica por medio de chistes, juegosy acertijos; la enseñanza de la Lógica no tieneporque ser aburrida si se saben encontrar caminosque la hagan agradable y amena. Como diceMartin Gardner [4] la virtud, y nosotros pensamosque la dificultad, está en encontrar el equilibrioentre el juego y la seriedad: el juego mantendráinteresados a nuestros alumnos y alumnas, ymotivará su discusión más allá de las paredes del aula; la seriedad convertirá nuestras clases en algo útil y provechoso (y, para algunos, justificaránuestro sueldo).
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