
, Marisela Montenegro Martínez (secret.)
, Giazú Enciso Domínguez (voc.) 
En las últimas décadas se ha observado un incremento de conductas delictivas en mujeres, lo cual obedece a un cambio social más que individual, y que a su vez corresponde a un proceso socio-histórico, cultural y político enmarcado en la perspectiva socioconstruccionista, la concepción de poder de Michael Foucault y las diferentes contribuciones feministas. Los análisis feministas apuntan a la existencia de un orden androcéntrico y patriarcal que mediante las prácticas de subjetivación, constituyen la identidad de los sujetos. Desde esta posición se consideró que la realidad social está construida por la acción de las personas y que por tanto hay que aproximarse a la comprensión de esta realidad. Objetivos. Con el fin de responder interrogante: ¿por qué las mujeres delinquen y porqué desisten del delito?, se estableció como objetivo principal analizar cuáles son las prácticas sociales que promueven el delito y el desistimiento e identificar la forma en la que dichas prácticas se producen. Método. Estudio de corte cualitativo, enmarcado en las perspectivas socioconstruccionistas y de género. Se entrevistaron 94 mujeres en 4 países: España, Uruguay, México y Colombia, de las cuales 81 estaban en la cárcel en el momento de la entrevista y 13 habían estado en la prisión en algún momento de sus vidas. Se analizaron sus relatos de vida a través del Atlas.ti software. Resultados. Del análisis de contenido temático se hallaron cuatro categorías principales: vínculos afectivos, violencia, redes sociales y desistimiento. Se encontró que haber sufrido violencia de género puede ser un factor explicativo del delito, los vínculos afectivos y las redes sociales pueden ser factores movilizadores hacia el delito y hacia el desistimiento del mismo. El desistimiento está dado por la interacción entre la obligación/responsabilidad de las acciones, la libertad de construirse como sujeto y el ayudar a otros. Conclusiones. Los hallazgos sugieren que las mujeres han estado encarceladas desde antes de entrar a la prisión, como víctimas de la violencia de género y conducidas por vínculos afectivos relevantes en un sistema patriarcal; caen en la cárcel escapando de una relación de maltrato, y en esta huida se orientan al delito. La clave del desistimiento está en la igualdad de género, donde hombres y mujeres tengan las mismas responsabilidades frente al cuidado del otro.
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