Hacia mediados del siglo XIX, los ateos creyeron haber ganado la partida en la disputa perenne entre ciencia y religión. Las nuevas ideas cosmológicas y la teoría de la evolución parecían inclinar la balanza a su favor. Sin embargo, durante el siglo XX los avances en esas mismas ciencias han obligado al ateísmo a replegarse una y otra vez. Ahora, en el siglo XXI, el ateísmo trata de defenderse recurriendo a teorías metacientíficas cada vez más imaginativas. Este libro analiza el proceso y trata de sacar consecuencias, apoyándose en los últimos avances de estas dos ramas de la ciencia.
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