Comparada con sus novelas más conocidas, La joya de las siete estrellas (1903) es sin duda la mejor escrita y la más interesante de todas ellas, la más abundante en episodios trágicos, días de amor, de aventura y de misterio, aparte de Drácula. En ella, la narración inicial, sustentada en los motivos propios de la novela policial, evoluciona en un argumento fantástico dominado por la omnipresencia de Tera, una antigua egipcia, reina y hechicera, que desde hace milenios prepara su regreso a un cuerpo mortal. El lúgubre y claustrofóbico ambiente de la casa londinense del egiptólogo Trelawny que abre la novela se amplifica después en el de la solitaria mansión de Cornualles donde Trelawny, ayudado por su colega Corbeck, el doctor Winchester, Margaret, la hija de aquél, y el abogado Malcolm Ross, su enamorado, intentarán, mediante la mágica Joya de las Siete Estrellas, resucitar a la momia de la antigua hechicera.
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