La integración de la Inteligencia Artificial Generativa (IAG) en la enseñanza universitaria de la informática representa una revolución comparable a hitos históricos como la irrupción de Internet o los smartphones. Esta tecnología ofrece una amplia gama de aplicaciones en informática, como la programación, la explicación de problemas, la generación de documentación o la creación de imágenes. En el contexto educativo plantea retos importantes: Su capacidad para resolver fácilmente problemas sencillos puede socavar el proceso de aprendizaje. Además, los actuales sistemas de detección de plagio son ineficaces frente a los contenidos generados por ChatGPT. Este escenario abre un debate ético sobre la legitimidad del uso de estas herramientas y la comunidad académica debe actuar para adaptar sus métodos de enseñanza. La solución más pragmática sería replantear la pedagogía universitaria. Esto implica integrar conscientemente estas herramientas en el plan de estudios, enseñar a los estudiantes a utilizarlas de forma crítica y ética y rediseñar los métodos de evaluación para centrarse más en el pensamiento crítico, la creatividad y la comprensión conceptual, en lugar de en la memorización y la repetición de tareas rutinarias. Esta nueva situación requiere una cuidadosa reflexión y una adaptación proactiva por parte de educadores y estudiantes por igual.
The integration of Generative Artificial Intelligence (GAI) in university computer science education represents a revolution comparable to historical milestones such as the advent of the Internet or smartphones. This technology offers a wide range of applications in computer science, such as programming, problem explanation, documentation generation or image creation. In the educational context, it poses major challenges: Its ability to easily solve simple problems can undermine the learning process. Moreover, current plagiarism detection systems are ineffective against ChatGPT-generated content. This scenario opens an ethical debate on the legitimacy of the use of these tools and the academic community must act to adapt its teaching methods. The most pragmatic solution would be to rethink university pedagogy. This involves consciously integrating these tools into the curriculum, teaching students to use them critically and ethically, and redesigning assessment methods to focus more on critical thinking, creativity, and conceptual understanding, rather than rote memorization and repetition. This new situation requires careful reflection and proactive adaptation by educators and students alike.
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