La inteligencia artificial (IA) vive un nuevo auge. Los éxitos de la técnica conocida como aprendizaje profundo han sido presentados por muchos científicos, compañías y medios de comunicación como una prueba de que la IA general está cerca. ¿Es cierto? La realidad es muy otra. Un análisis pausado revela que los algoritmos actuales siguen siendo propensos a errores catastróficos, carecen de capacidad de razonamiento y contextualización, y no poseen nada remotamente parecido al sentido común humano.
Ello se explica porque, en los últimos años, la investigación en IA se ha centrado en construir máquinas eficientes para fines concretos y muy lucrativos, pero también extremadamente limitados. El coste social y científico de semejante deriva podría ser enorme.
© 2008-2024 Fundación Dialnet · Todos los derechos reservados