Con la llegada del arte moderno a principios del siglo XX, y de las vanguardias, pero fundamentalmente del cubismo y futurismo, el concepto de arte cambia drásticamente. Ya no se trata de realizar una representación figurativa de la realidad, como hacía el arte clásico.
Los artistas empiezan a preocuparse por cuestiones como el pensamiento, los sentimientos o la propia estructura de la obra. Y en esa nueva realidad artística, la representación gráfica de los números no solo es posible en la obra de arte (empiezan a aparecer números en pinturas de artistas futuristas como Umberto Boccioni, Gino Severini o Giacomo Balla; en obras de artistas dadaístas como Raoul Hausmann, George Grosz, Hannah Hoch, o Kurt Schwit-ters con sus collages Merz; en la pintura abstracta de Lásló Moholy-Nagy; teniendo cada vez mayor presencia e importancia, como en las pinturas surrealistas de Yves Tanguy o Joan Miró; en artistas del expresionismo abstracto, como Jackson Pollock, Mark Tobey o Cy Twombly, o en el movimiento Pop art, como puede verse en [1, 2]), sino que llega a convertirse en el tema central de muchas de ellas (como en las pinturas Vi la cifra 5 en oro de Charles Demuth, 48 o 113, el signo de la muerte de Joan Miró, El gran cuatro de Robert Motherwell, en el arte pop de Robert Indiana o Jaspers Johns, o en el arte conceptual de Mel Bochner, On Kawara o Roman Opalka, [1, 2])
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