Ricardo Uribe
Ciertamente la división sexagesimal del minuto no fue una invención propia del siglo XVIII, pero para el grueso de la población europea y americana los segundos aún resultaban tan extraños como los hombres que lograron percibirlos y dotarlos de alguna utilidad. Las razones por las que un grupo particular de la sociedad requirió de una escala cronométrica más precisa y las consecuencias de este fenómeno, se estudian en este artículo mediante el caso de los ejercicios de astronomía que adelantaron los ilustrados del virreinato de la Nueva Granada. Este puñado de jóvenes entusiastas, conocedores de los últimos avances de la cronometría y ávidos por adquirir los relojes más fiables de la época, conquistaron por medio de sus prácticas científicas la capacidad de captar en intervalos más contiguos los movimientos de ciertos cuerpos a la par que descubrieron la fugacidad de esta ínfima fracción temporal —indicios de una relación acelerada y tormentosa con el tiempo—.
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