Madrid, España
El final del año 2017 no terminó con doce uvas, sino con dos joyas de lo que podrían denominarse hecatombes tecnológicas. En los albores de 2018 han terminado siendo reales y han sido bautizados los ataques Spectre y Meltdown. Ambos son fallos tan fundamentales que es difícil que los digieran los miles de millones de usuarios de ordenadores de este planeta. Sin embargo, merece la pena hacer el esfuerzo clarificador de bajar a los detalles más íntimos de los procesadores que controlan el mundo, para entender lo naïves que pueden ser las piedras angulares sobre las que todo lo demás está construido.
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