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Resumen de Autonomía y subordinación: los farmacéuticos diplomados y la constitución de un campo médico en Buenos Aires (1852-1880)

Ricardo González Leandri

  • español

    El presente artículo estudia aspectos del papel jugado por los farmacéuticos diplomados en la constitución de un campo médico profesional durante el periodo de la historia argentina conocido como de la Organización Nacional.

    La creciente subordinación a la que se vieron sometidos los farmacéuticos dentro del campo médico en proceso de consolidación se debió, sobre todo, a su fuerte heterogeneidad, que imposibilitó que sus élites diplomadas pudieran excluir de la práctica legítima a aquellos que, como los regentes de alquiler y los drogueros, les planteaban una dura competencia en el terreno comercial.

    Mientras tanto, en el aspecto más estrictamente profesional de su actividad no pudieron eludir la creciente hegemonía del colectivo médico.

    Indicios de este proceso fueron la imposibilidad de lograr el control del Consejo de Higiene en lo concerniente a la regulación de su propia actividad, así como la incapacidad de la Sociedad de Farmacia de imponer sus ideas acerca de las regencias y de los dependientes idóneos. La prueba más clara fue, sin embargo, el hecho de que los legisladores que aprobaron la ley reguladora del arte de curar de 1877 no tuvieron en cuenta las reclamaciones más importantes planteadas por los farmacéuticos

  • English

    The author discusses some aspects of the role played by college educated pharmacists in the emergence of the medical profession as a corporate institution during the so-called Period of National Organization in Argentina's history.

    The ever-diminishing power of pharmacists in that incorporating process resulted, above all, from the clear heterogeneity that reigned among them as a group, which made impossible that its qualified elite could exclude from the profession those who competed with it commercially: the unqualified pharmacists who rented out their licenses (the regentes de alquiler) and the drugstore owners.

    Meanwhile, on the strictly professional front, such elite failed to curb the rising influence of physicians.

    Evidence of this failure is that pharmacists were unable to have any control over the Hygiene Board's regulations of their own activities, and that the views of the Pharmaceutical Society on licenses and on qualified employees in drugstors (the dependientes idóneos) proved ineffectual. The best evidence, however, is that the members of Parliament who passed the Art of Healing Regulatory Act of 1877 chose to ignore the pharmacists' most important demands.


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