Ha transcendido hasta nuestros días la popular afirmación de que, durante las primeras décadas del siglo pasado, sólo diez personas eran capaces de entender la Teoría de la Relatividad de Einstein. Sin entrar en debate sobre cuál es su grado de veracidad, lo cierto es que no faltan motivos para justicar su incomprensión. Que el tiempo no transcurre para todos igual o que diferentes observadores pueden medir distintas longitudes de un mismo objeto son afirmaciones difíciles de asimilar, sobre todo cuando la experiencia nos grita a diario que no es así.
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