El año 1976 marcó un cambio importante en la demografía en España. Tras más de veinte años en unos niveles de fecundidad muy altos (el famoso “baby boom”), con más de 600.000 nacimientos al año, la tendencia se rompe y se inicia un rápido declive. A mediados de los 90 el número de nacimientos se ha reducido casi a la mitad. La progresiva disminución del número de nacimientos junto con el alargamiento de la vida media de las personas provoca un paulatino cambio en la composición de la población. España pasa, en treinta años, de ser una población joven a una mucho más envejecida.
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