Frente a la visión antigua de controlar la calidad mediante la inspección final, o la clásica del control estadístico del proceso, la forma que actualmente podríamos denominar moderna, y desde luego la más económica de asegurar la calidad, consiste en diseñar productos tales que sus prestaciones se mantengan en el nivel deseado aunque éstos no se hayan fabricado en las condiciones más adecuadas, o se hayan elaborado con materias primas que no reúnan las condiciones óptimas, o bien que sean utilizados en condiciones distintas a las previstas.
A estos productos se les denomina robustos, y en este artículo se presenta, a través de un caso concreto, una nueva metodología para la selección de los valores de sus parámetros.
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