El espacio propio (tanto el doméstico como el personal) es un lugar indiscutible de «cultura» en la múltiple acepción de la palabra. Es el lugar por antonomasia de prácticas, hábitos y rutinas; de circulación y consumo material e inmaterial; de producción y reproducción; de relaciones, afectos y memorias. Tan solo por tenerlo «demasiado cerca» podría pasarnos desapercibida su rica densidad etnográfica.
En este trabajo, el autor comparte algunas enseñanzas adquiridas durante su muy intensa vida en el formato de un cuento. La acción se desarrolla en su cocina, lugar en el que imagina en voz alta lo preciado que sería reunir ahí todos sus recuerdos en el momento actual.
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