Mercedes Flores Fernández
Este artículo propone al lector un doble divertimento, matemático y literario. Por una parte, se presenta una prueba, autocontenida y accesible para los no versados en la materia, de un sofisticado resultado de la teoría de grafos. Por otra se muestra cómo, contra todo pronóstico, dicho teorema puede usarse como piedra angular sobre la que construir la trama de un relato de ficción detectivesca.
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