La percepción popular del científico como un individuo que trabaja aisladamente de su entorno social y cultural, lleva a una imagen deformada de la práctica científica. Entre tales errores se sitúa la creencia de que los descubrimientos e invenciones pueden darse con independencia de lo que permitan las circunstancias históricas. En este artículo se argumenta que ello no es así, y se advierte del peligroso distanciamiento entre la ciencia y la sociedad que puede provocar estos falsos estereotipos
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